Rvdo. Jaime Rodríguez Colón
lunes, 19 de agosto de 2024
«y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra». Hechos 1.8b (RVR 1960)
La iglesia mediante la misión tiene que modelar acciones que muestren el amor, la paz y la justicia del Reino de Dios. Adorar a Dios en todo lo que hacemos es primordial, pero correr programas de actividades o construir templos suntuosos no glorifica al Señor si con ello desplazamos el amor que le debemos a la gente por cual murió.
Sirviendo de misioneros en la República Dominicana, mi esposa y yo visitamos el Batey Javilla, en el Ingenio CAEI, municipio de Yaguate, al sur del país. Viajábamos por la carretera principal regresando de visitar una iglesia cuando llamó nuestra atención una comunidad que apenas se insinuaba sobre una colina dentro de un cañaveral. Entramos por un callejón de tierra que parecía ir en esa dirección y llegamos a una comunidad relativamente pequeña, compuesta de antiguas casas de concreto, zinc y madera. Era el remanente de una comunidad donde se acomodaba a los obreros que traían de Haití a trabajar en la siembra de caña de azúcar. Con el tiempo estos obreros quedaron desempleados, con familias numerosas, hijos dominico-haitianos, incapaces de integrarse a la nueva cultura o de regresar a donde ya no pertenecían. Lo mismo sucedió en diferentes áreas del país, creando estas comunidades conocidas como bateyes...
En Javilla la situación era triste: no había agua corriente, electricidad, facilidades sanitarias, escuela, acceso a la salud o suficiente comida. Se cocinaba sobre piedras frente a las casas y se acudía al cañaveral para las necesidades biológicas. El agua se cargaba de un arroyo algo lejano o de un grifo público en el pueblo de Yaguate. Con el tiempo fuimos conociendo la lucha diaria de la gente por sobrevivir en esta situación...
En lugar de buscar culpables o levantar revuelos, optamos por hacer lo que estuviera a nuestro alcance. Hablamos con la gente, oramos y lloramos con ellos, se distribuyeron alimentos, se organizaron operativos médicos, nos reunimos con directivos del ingenio, dueños de la propiedad, logramos acceso a una línea de agua, se construyó una cisterna para almacenar el agua, se construyeron facilidades para lavar ropa, se donaron letrinas preconstruidas y se levantó un edificio multiusos que fue usado como escuela y lugar de reuniones de la comunidad. Pudiera haber sido una ‘iglesia’ para usarla unas horas a la semana, pero eso no hacía sentido. En todo esto nos ayudó el Sr. Roland Sedzior, septuagenario, paciente de cáncer, junto con la Montgomery Community Baptist Church, de Ohio, E.U.A. La pastora Jaqueline Ballista, de San Cristóbal y luego la misionera Madeline Flores (quien mora en las mansiones celestes) continuaron con el proyecto.
El Rvdo. Jaime Rodríguez es ministro ordenado de las Iglesias Bautistas Americanas. Posee una vasta experiencia como misionero destacado en diferentes lugares de El Caribe. Fue pastor en Estados Unidos y Puerto Rico, y ministro ejecutivo asociado del Programa de educación Cristiana y Fortalecimiento de Lideres. Antes de retirarse pastoreó Primera Iglesia Bautista de Cidra. Es autor de varios libros entre ellos: El plan de Jesús para hoy.
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