Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
El apóstol Pablo, al final de su vida, luego de haber predicado el Evangelio al mundo gentil, fundando iglesias y haber pastoreado, se encuentra reflexionando en la cárcel de Roma. Un hombre de una formación excepcional. Tenía doble ciudadanía, la romana y la judía, fariseo y miembro del Sanedrín; y educado a los pies de Gamaliel. De ser perseguidor se convirtió en perseguido por causa del Evangelio de Jesucristo. Pero mantiene su mirada puesta en la vida eterna, no importando lo que quedó atrás, los triunfos y los fracasos.
Al culminar el año 2021 podemos hacer un recuento de lo sucedido. Podemos enumerar nuestros logros y alegrías, las metas alcanzadas. También podemos recordar los tiempos difíciles, la enfermedad, los fracasos y la prueba. Pero como el apóstol Pablo debemos mirar al 2022 con esperanza. La esperanza que nos ofrece saber que el Dios que estuvo con nosotros para ayudarnos en los momentos difíciles y dirigirnos en las victorias seguirá a nuestro lado.
Tenemos grandes retos por delante, montañas que conquistar y también desiertos que cruzar. Pero al final hay una vida abundante en Cristo, una tierra de la cual fluye leche y miel para aquellos que seamos fieles a nuestro Dios.
Por: Rvdo. Edgardo M. Caraballo Ministro Ejecutivo
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